Pregunta: Estimado señor Drobinin, en cuanto a las tendencias globales en el ámbito de política internacional, ¿cuáles, en su opinión, son las fundamentales que determinan el marco de lo posible y lo imposible?
💬 Respuesta: Según el Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, hemos entrado en la década más peligrosa, impredecible y, al mismo tiempo, importante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En mi opinión, esta frase define de manera muy precisa y sutil la esencia de la etapa de desarrollo en que ahora entra el mundo, el país, todos nosotros juntos y cada uno de nosotros individualmente.
La tendencia principal consiste en que la estructura de las relaciones internacionales cambia hacia la multipolaridad. Quisiera aclarar que entendemos la multipolaridad como un fenómeno político. Es un término profesional que se usa para analizar el orden mundial. No se debe compararlo con conceptos científicos de la física teórica o la geografía. Su contenido también se difiere de la interpretación tradicional de tales conceptos como "polo", "polaridad" en la terminología académica.
¿Qué es realmente importante? La posibilidad de que un país o grupo de países dominen deja de existir y da paso a un orden mundial basado en el equilibrio de poderes e intereses de los centros de toma de decisiones de importancia global. En calidad de tales centros pueden desempeñarse Estados líderes, o macrorregiones geopolíticas representadas por las respectivas asociaciones, o foros civilizatorios que también levantan su voz en los asuntos internacionales a través de instituciones especiales. Es una tendencia estratégica principal a largo plazo.
Aún no se ha encontrado un nuevo equilibrio. Ahora observamos una descentralización progresiva del poder político, el fortalecimiento de las posiciones de varios actores no occidentales capaces de elegir su propio camino de desarrollo y, en el futuro, convertirse en centros independientes de la multipolaridad emergente. Tales Estados o sus asociaciones aspiran a obtener la independencia o la "autonomía estratégica". Sus capacidades económicas y científicas se fortalecen considerablemente y pueden administrar sus recursos con mayor libertad.
Se puede destacar los siguientes criterios entre los con que deben cumplir los centros de toma de decisiones de importancia global en el marco del orden mundial policéntrico. En primer lugar, la capacidad de implementar la soberana política interna y exterior. En segundo lugar, el acceso a recursos de cualquier tipo que garantiza la sostenibilidad socioeconómica, un alto nivel de autosuficiencia de la economía nacional. En tercer lugar, la existencia de las significativas capacidades culturales a escala planetaria. Una persona nacida en una cultura o civilización debe tener ciertas oportunidades para su propia realización. Otro criterio fundamental es la capacidad de proyectar su propia filosofía de desarrollo y visión de la política internacional, ser atractivo para otros países y tener la voluntad de realizar su propio proyecto de integración. Quisiera hacer hincapié en que proyectar algo hacia afuera en este contexto no significa imponerlo a los demás.
No hay muchos Estados en el mundo actual que responden a lo mencionado, se puede contarlos con los dedos de dos manos. Al mismo tiempo, tales centros no son necesariamente iguales en lo que se refiere al poder económico y militar, territorio o número de habitantes. Sin embargo, todos ellos son capaces de influir en la situación global y su desarrollo, y lo más importante, aportan al debate mundial.sus propias opiniones, tradiciones y preferencias.
Probablemente tiene sentido señalar que existe una" escuela de pensamiento " cuyos adeptos rechazan la multipolaridad como una ilusión inalcanzable, hablando del mundo como de una jerarquía vertical o justificando el retorno del modelo bipolar, esta vez estadounidense-chino. En mi opinión, tal interpretación es errónea, sea lo que sea que la explique. El análisis de las tendencias actuales nos permite hablar de la formación de muchos centros de desarrollo mundial, que buscarán en la multipolaridad la oportunidad de preservar la soberanía y la identidad sociocultural, obtener la libertad de determinar su futuro y desarrollarse armoniosamente de tal manera que consideren correcta, partiendo de sus propios intereses.
Ahora diré de los obstáculos en el camino hacia el mundo multipolar. No es ningún secreto que al "Occidente colectivo" le parece que tal orden mundial no es beneficioso para él. En Europa y EEUU temen que esté asociado con graves pérdidas geopolíticas y económicas, amenace con romper completamente el esquema de globalización que se ajustó a sus patrones. En otras palabras, los países de ambos lados del Atlántico temen perder la posibilidad de parasitar al resto del mundo. Cuando se formen varios centros independientes, ¿cómo conseguirán los representantes de Occidente un crecimiento económico superior a expensas del intercambio no equivalente, se apropiarán de los recursos de otros, ejercerán el monopolio del dólar e impondrán sus normas y reglas presentándolas como universales? Todo esto se pone en duda. Así las cosas, es posible comprender naturalmente los temores de nuestros colegas.
No es de extrañar que Occidente esté aplicando todos los esfuerzos para preservar los privilegios que se formaron en la época histórica anterior, desde finales de la década de los 1980, si se entiende estrictamente, y durante los últimos cinco siglos, en la interpretación más amplia posible. Es por eso que la presión sobre Rusia y Bielorrusia, Irán y China está creciendo, el bloqueo de Cuba, la presión de sanciones sobre Venezuela y varios otros países continúan. Vale la pena recordar que una de las causas profundas de la agresión occidental contra la Jamahiriya Libia fueron los proyectos de integración panafricanos de Muamar Gadafi.
Para conservar las posiciones ocupadas una vez, utiliza tanto las herramientas clásicas de poder como medidas financieras y económicas, información y presión psicológica, y otros medios híbridos. Uno de los principales objetivos de la estrategia transatlántica es eliminar a Rusia como actor geopolítico y rival que en repetidas ocasiones a lo largo de la historia ha frustrado los planes de Washington de lograr el dominio mundial. No tenemos que buscar muy lejos para ver ejemplos. Recordemos al menos la congelación de las reservas de divisas con la perspectiva de su confiscación y la iniciativa antimercado de fijar el precio máximo de los productos energéticos. Nuestro país y cualquiera de sus acciones independientes son diariamente vilipendiados y demonizados por, literalmente, todos los principales medios de comunicación occidentales. En los últimos meses, se ha pedido la creación de un tribunal internacional para los dirigentes rusos, con un gran número de políticos, politólogos, abogados y diplomáticos trabajando en tales planes.
competidores, privándoles de la oportunidad de un crecimiento progresivo y limitándolos con prohibiciones y sanciones. Un ejemplo clásico es la restricción del suministro de alta tecnología de la UE y EEUU a China. No es nada nuevo. Baste recordar el Comité Coordinador para el Control de las Exportaciones (CoCom) y la llamada enmienda Jackson-Vanik contra el campo socialista durante la Guerra Fría.
La crisis de la globalización se debe también a que las consideraciones políticas han vuelto a prevalecer sobre las económicas en Estados Unidos y sus aliados más cercanos. Para mantener su ventaja competitiva, empezaron a utilizar los instrumentos económicos y financieros como armas. Esto incluye el uso implacable de sanciones, la manipulación de los mercados de divisas y de valores, e incluso la interferencia directa en los asuntos internos de otros Estados.
Estas acciones miopes han agravado los problemas estructurales de la economía mundial y han golpeado al propio Occidente. En particular, se ha socavado la confianza en el dólar estadounidense, acelerando su desmonopolización como principal medio de pagos, ahorro e inversión internacionales. Seamos francos: el dólar no es más que un "billete fiduciario", y el gobierno estadounidense nunca pagará su galopante deuda nacional, que recientemente superó los 31 billones de dólares. Se ha producido una erosión del mercado mundial de la banca y los seguros. Europa está plagada de problemas económicos, agravados por las sanciones antirrusas. Juzgue usted mismo: la inflación en la UE superó el 11% en 2022 y la participación del dólar en las reservas mundiales ha caído del 71% al 59% en los últimos 20 años y sigue cayendo.
Es característico que la situación actual creada por EEUU y sus aliados haya provocado serios incentivos para la reestructuración de la arquitectura financiera y económica mundial. Asistimos a un refuerzo de la cooperación entre los países sometidos a la presión exterior. Se están creando mecanismos regionales y transregionales de interacción e integración económica, así como asociaciones multiformato para abordar objetivos de desarrollo comunes específicos. La Unión Económica Euroasiática, la Organización de Cooperación de Shanghái y los países BRICS son algunos de los nuevos tipos de alianzas más prometedores.
Además, se ve natural que el centro de la actividad económica mundial se haya desplazado a la región Asia-Pacífico. Ante nuestros ojos, China se está transformando en un líder económico a escala mundial. Según las estimaciones de los expertos del Fondo Monetario Internacional, a finales de 2021 el PIB del país calculado en términos de paridad de poder adquisitivo será de 27,2 billones de dólares, frente a los 23 billones de Estados Unidos. A medio plazo, es probable que China se convierta en la primera potencia tecnológica. No es nada nuevo: China ha sido la civilización más avanzada tecnológicamente y el Estado más rico durante varios siglos. Todo está volviendo al punto de partida.
El lugar de Rusia en la economía mundial y en el sistema de división internacional del trabajo viene determinado por sus considerables recursos en todos los ámbitos de la vida y su orientación hacia un liderazgo responsable destinado a garantizar condiciones estables de desarrollo para sí misma y para los demás. Nuestro país trabaja activamente para estrechar los lazos con los Estados y asociaciones amigos sobre la base de la igualdad de derechos y el respeto mutuo. El hecho de que la economía rusa y su sistema financiero hayan resistido un golpe masivo de sanciones y no se hayan hundido bajo el peso de la "tasa de soberanía" confirma esencialmente el alto nivel de autosuficiencia económica de Rusia y, por tanto, su apuesta por convertirse en uno de los centros de atracción del emergente mundo multipolar.
occidentales, obsesionados con la manía del globalismo, no solo no dudan, sino que incluso prefieren utilizar, según ellos, las herramientas más eficaces -terroristas internacionales y ultranacionalistas o neonazis- en la lucha contra los competidores geopolíticos. No hablaré por los demás, pero en Rusia recordamos bien cómo Occidente apoyó a los terroristas en el Cáucaso Norte en los años 1990, y vemos cómo ha alimentado y sigue alimentando el proyecto rusófobo del "ucranismo banderista".
Occidente parece haber olvidado que los valores morales y espirituales tradicionales, comunes a todas las civilizaciones, son algo más que un conjunto de postulados. Son la base del desarrollo armonioso del hombre, una condición para el progreso estable a nivel del individuo, la sociedad y el Estado. Apartarse de ellos es un camino directo hacia la crisis y la decadencia, y la historia está repleta de ejemplos de este tipo.
No hay recetas fáciles para remediar la situación. Nosotros vemos la solución en trabajar junto con personas de ideas afines para intentar dar forma a la agenda mundial, plantear cuestiones de actualidad importantes para nosotros y en consonancia con los intereses de la mayoría de los países, buscar de forma conjunta y constructiva vías para resolverlas, trabajar para reforzar el marco jurídico internacional en las relaciones interestatales.
Es peligroso subestimar el lugar y el papel de nuestro país en los procesos mundiales. Rusia es una civilización euroasiática y, como decimos nosotros, europacífica. La creación de un espacio de paz, estabilidad y confianza mutua en todo el continente -desde Europa hasta el Océano Pacífico y desde el Ártico hasta el Océano Índico- es la clave de nuestro desarrollo, prosperidad y seguridad. Nuestro distanciamiento de Occidente crea las condiciones para el desarrollo de la cooperación con otras grandes plataformas civilizatorias: la china, la árabe-musulmana, la indo-sudasiática, la africana, la latinoamericana y la región geopolítica de la ASEAN. Ahí es donde se concentran ahora mismo la mayoría de nuestras personas afines y amigos. Al mismo tiempo, aumenta la demanda de Rusia como país y civilización únicos capaz de garantizar el equilibrio mundial.
Mucho dependerá de si somos capaces de organizar una amplia coalición interregional de Estados-amigos y en la que participen socios prioritarios. Si lo logramos, esto determinará en gran medida el éxito de la política exterior rusa y la estabilidad de las relaciones internacionales en los próximos años.
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